(Fotografía tomada por Timothy Eberly)
Sí, a veces eso sale de mi control.
Eso no quita la esperanza de que algo apague mis pensamientos. Quizá ver alguna serie, tal vez escuchar música mientras me pongo a ordenar mi habitación, puede que una salida inesperada ayude a sacarme de mi mente llena de ruidos y palabras.
A veces sí - no voy a negarlo - a veces me distraigo de mí misma, de lo que pasa en casa, del pasado, del futuro, de las decisiones que esperan ser tomadas, de los pendientes y más cosas que podrían venirme a la mente ahora. Y esos minutos se vuelven sonrisas, risas y hasta carcajadas, se vuelven momentos plenos en los que sientes conexión con las personas que te rodean y el espacio que habitas podría rozar la perfección (si es que esta existe).
Y debemos aprovecharlos - la psicóloga me recomendó que no use palabras como debería, tengo que, debo porque me obligan a hacer o a ser de una manera no genuina y exigente. Así que me rectificaré: me gustaría aprovechar esos momentos.
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